Categorías
Sierra Grande

Descubriendo Puerto Lobos

Un pequeño lugar virgen de los que todavía quedan muchos en la costa norte de la Patagonia. Alguna vez fue centro de una disputa de límites entre las provincias de Chubut y Río Negro. En esta nota su historia y todos los datos para llegar y conocerlo.

Puerto Lobos no tiene una mina de oro oculta, ni petróleo bajo sus tierras ni ostras con perlas detrás de las olas. Pero sí tiene una atrapante belleza y una historia que queremos contarle.

Allá por los años 30 Puerto Lobos era una pequeña población: un juzgado de paz, una comisaría, una escuela, el almacén, unos pocos pobladores… Un caserío al borde de la larga recta de la ruta 3, paradito sobre el Paralelo 42. Y en aquellos tiempos eso significaba que a partir de allí comenzaba la zona libre de impuestos. Tenía su importancia.

Pasaron los años y el progreso indicó que la ruta 3 sería asfaltada y tendría un nuevo trazado 22 kilómetros hacia el oeste. Y Puerto Lobos quedó allá, demasiado lejos como para sobrevivir. El pequeño pueblo desapareció.

Pero no desaparecieron sus playas, ni las aguas llenas de peces, ni las rocas pobladas de pulpos y mejillones, ni los guanacos y ñandúes con sus charitos, la famosa mara patagónica y las martinetas de los campos que lo rodean.

¿Cómo llegar?

Puerto Lobos se encuentra en el km. 1113, a 56 km. al sur de Sierra Grande y a 88 de Puerto Madryn. Hay que ir por la ruta 3 y luego tomar un desvío de 20 kilómetros hasta la costa, por un camino de ripio.

Al llegar hay una extensa playa llena de piedras pequeñas, donde el mar se hace profundo a pocos pasos de la costa. Allí están las ruinas del viejo hotel y el resto de las construcciones del antiguo Puerto Lobos.

Cuando la bajamar es grande, sólo algunos días al año, se descubren las rocas donde se pueden recolectar mejillones, vieyras, ostras cholgas y pulpitos.

Si nos colocamos mirando hacia el mar, a la izquierda hay un riacho, una pequeña entrada de mar en la que también se encuentra buena pesca: pescadillas, pejerreyes y cornalitos para atrapar con la red.

Cruzando el riacho, hacia el norte, cambia el paisaje y se llega a una extensa playa de arena denominada por los lugareños «Puesto Blanco». Aquí también, durante la bajamar (pero esta vez las comunes, no hay que esperar lunas extraordinarias), se descubren rocas donde se pueden recolectar, al igual que en la playa de Lobos, mejillones, cholgas y pulpitos. Existe un piletón especial, muy grande, en el que se pescan meros. Es necesario tener cuidado al internarse en las rocas y vigilar muy bien el tiempo para no quedar atrapado por el mar cuando crece.

¿Dónde alojarse?

Para estar al borde de la playa la única opción es el camping libre y totalmente agreste. No existen servicios por lo que hay que llevar todo lo necesario para la subsistencia, sin olvidar el agua.

Si no se desea hacer camping existe un pequeño hotel en el cruce de la ruta 3 con el desvío para la playa. Se llama «El Empalme». Es un alojamiento típico de la Patagonia, con pocas habitaciones, limpio, modesto pero muy bien atendido. Sus dueños son lugareños, conocen infinidad de historias y todos los secretos del lugar, preparan comida casera y también organizan a pedido excursiones para pescar salmones y cazar tiburones.

Tienen un comedor en el que sirven comidas caseras a precios muy accesibles. No hay que dejar de probar los tallarines y el corderito asado, todo acompañado por el pan amasado por Elsa.

Como dijimos al principio, en Puerto Lobos no hay nada pero está todo: todo el sol, toda la playa, todos los peces, todo el tiempo… Si este verano recorre la costa de la Patagonia Norte no dude en acercarse. La naturaleza lo está esperando.

Agradecemos la colaboración de Paola Laurini con la historia, los datos y las fotos.