Aventurero profesional, nuestro columnista Mariano Fernández Soler nos cuenta su experiencia la primera vez que se deslizó sobre un par de esquÃes. Lea esta nota, se divertirá y seguramente se animará a descubrir el infinito placer de deslizarse sobre la nieve.
La historia comienza cuando, junto con un compañero de aventuras, que ofició a la vez de guÃa turÃstico para el debut en esta actividad deportiva, contratamos un tour y nos fuimos para Chapelco.
El primer dÃa me despertaron a las 7:30 y me dijeron: “Vamos a desayunar asà aprovechamos el dÃa”. Uno piensa que el esquà tiene horarios muy extraños ya que afuera todavÃa está oscuro y nieva. Luego de despertarse, uno se viste poniéndose todo el ropero encima, pensando que el esquà es un deporte para pingüinos. Craso error, ya veremos porqué.
Al llegar a las pistas nos dirigimos hacia el lugar donde alquilan los equipos. AllÃ, un entendido en el asunto mide nuestra altura y nos pregunta cuánto calzamos. En mi caso, me dieron un par de esquÃes como para armar un puente, de 1,90 de largo. La explicación vino después y es sencilla: cuanto más novato se es, más largos son los esquÃes porque otorgan mayor estabilidad.
Otro tema son las botas. Son de material rÃgido y poseen en su interior una especie de bota más pequeña de material blando. La función de este calzado es mantener el pie en una posición cómoda y segura para esquiar. Y lo primero que se siente, es que las botas obligan a caminar con las rodillas flexionadas,como veremos, una de las primeras lecciones del esquÃ.
Caminando como un vaquero y con los esquÃes y los bastones a cuestas, emprendà la marcha hasta el lugar donde se dictan las clases, buscando al grupo de los “¿Dónde estoy?”. Pero ya estaba listo para la gran aventura que paso a relatar…
¿Cómo ponerse los esquÃes?
Respuesta: Con ayuda de alguien…Primero hay que colocar en el piso los esquÃes paralelos y, a continuación, ubicar la punta de la bota de una pierna contra la puntera del esquÃ. Luego se apoya la planta del pie y finalmente se aprieta contra una traba que tiene el esquÃ. Una vez que está puesto el primer esquÃ, la sensación es muy extraña, porque nuestro pie creció un par de metros y las maniobras estando parados se hacen más complicadas, y a la vez más cómicas. También ocurre que nos deslizamos hacia delante o hacia atrás sin quererlo, con un pánico proporcional a la pendiente en la que nos encontremos. Para sacarse los esquÃes, bastará agacharse y apretar una traba que tiene el esquà y que hará saltar la bota de su fijación.
Antes de seguir, y para no desalentar, en el esquà no hay que desvivirse por evitar una caÃda. Es menos doloroso y más divertido caerse en la nieve que hacer un mal movimiento por evitarlo. Además, los esquÃes utilizados para principiantes tienen fijaciones menos “celosas”, es decir, que al caer, el esquà saltará de su posición con más facilidad, para evitar malos movimientos o torceduras.
Lo primero que se aprende es a “hacer la cuña”, que consiste en adoptar una posición de esquà que nos otorga el dominio y nos permite frenar cuando queremos. Consiste en flexionar un poco las piernas y poner los talones hacia fuera y la punta de los pies hacia adentro. Esto hará que la punta de los esquÃes se cierre y nos permita frenar, lo que constituye la actividad más importante del esquà para novatos. Una vez aprendida la cuña, con la cual podremos avanzar en lÃnea recta y frenar, se enseña a doblar. Eso se logra, siempre con la misma cuña, volcando el peso corporal hacia el lado contrario del que se quiere doblar. Es decir, si queremos doblar hacia la izquierda, volcaremos nuestro peso sobre el esquà derecho, y lo contrario para doblar hacia la derecha.
Con estos rudimentos, uno ya está en condiciones de “manejar” los esquÃes y dirigirse hacia donde uno quiere, supuestamente.
Lección número dos: los Medios de Elevación…
Cuando uno ya aprendió los rudimentos de la cuña, cómo frenar y cómo doblar, está listo para ir a las pistas propiamente dichas, a desplegar las habilidades recién adquiridas. Para eso se utilizan, generalmente, tres tipos de medios de elevación: los poma-lift, las sillas y los teleféricos.
Los “poma” son unos palitos colgados de un cable carril, que terminan en un disco de plástico para enganchar con las piernas y “sentarse”. Estos palitos hacen que uno esquÃe para arriba, es decir, que suba la montaña deslizándose cuesta arriba. Eso no es tan sencillo como parece por lo que, en general, se reserva a esquiadores un poco más avezados. De todas maneras, la forma de subir consiste en mantener los esquÃes paralelos y dentro de la “huella” que se forma por el tránsito continuo y, sobre todo, no perder la calma si nos caemos, sólo será necesario corrernos un poco hacia el costado y ver si podemos bajar esquiando o bien pescar otro “poma”, lo que, en general, es bastante improbable.
El segundo, y más utilizado medio de elevación son las telesillas, que consisten en sillines suspendidos que se mueven mediante un cable tractor. Hay para dos, tres, cuatro y hasta cinco personas. En las de mayor capacidad, es conveniente para los novatos solicitar viajar “del lado de la ventanilla”, es decir, en los extremos, porque, al bajar podrán agarrarse de los pasamanos. Normalmente, para bajar de las telesillas, basta con ponerse en cuña y la silla empujará levemente la cola del esquiador, como para alejarlo de ella.
En el caso de que uno se caiga en la salida, normalmente hay un operador que le ayudará a levantarse. No es para preocuparse porque hay un tiempo entre una silla y otra. Si no nos podemos levantar, normalmente el empleado detendrá la silla siguiente, pero si después de un tiempo seguimos en el suelo y no han detenido el tráfico de sillas, lo mejor será que tratemos de arrastrarnos hacia un costado, con cuidado de no levantar la cabeza.
Por último, el teleférico es una especie de cabina, en la cual habrá que desmontarse los esquÃes para subir.
Lección número tres: el zigzag
El próximo paso en las clases, probablemente al dÃa siguiente, será realizar lo que se denomina esquà en travesÃa. Consiste en bajar pendientes anchas en zigzag, como para evitar tomar velocidades no muy recomendables a esta altura del entrenamiento.
Cuando uno domina ya estas habilidades, podrá hacer alguna pista fácil de las de categorÃa “moderada”. En los mapas de las pistas, por lo general, las marcadas con color verde son para principiantes, con pendientes muy suaves y de largo recorrido.
El esquà es un deporte hermoso, tanto en su forma “paseandera” como en su versión más “pistera”, pero es necesario no tomar más riesgos de los que uno esta capacitado para afrontar. No se deje llevar por grupos que quieren ir a las pistas más difÃciles por el mero espÃritu de aventura, sin siquiera saber hacer la cuña. La consecuencia más probable será que, después de ver la pendiente desde arriba (se ven mucho más empinadas que desde abajo) y ponerse blanco de miedo, haya que empezar a bajar caminando, con los esquÃes al hombro y bastante desilusión. Créanme, me pasó algo asÃ.
Lección número cuatro: el equipo
Como dijimos antes, no es necesario ponerse todo el ropero encima. Es más, si lo hacemos lo más probable es que sintamos mucho calor, porque estaremos realizando un gran esfuerzo fÃsico, además de los nervios… Seguramente nos arrepentiremos de haber traÃdo el camperón, el polar, el buzo y las dos remeras.
La cantidad de ropa adecuada dependerá de cada persona, pero en general, se requieren tres o cuatro cosas. Estas sà son indispensables:
Un abrigo cómodo, que, de acuerdo con el clima deberá incluir un gorro o capucha.
Ropa abrigada pero liviana, en lo posible, confeccionada con materiales llamados “térmicos”.
Anteojos de sol, porque el reflejo de la nieve en dÃas soleados lastima los ojos.
Guantes impermeables.
Crema con protector solar y lápiz de manteca de cacao para los labios, si es posible, también con protector
En cuanto a las fotos, a pesar de que encontraremos numerosas bellezas para capturar, hay que tener en cuenta que en algunas ocasiones, la cámara puede resultar incómoda. Lo mejor es poder turnarse con alguien para que la tenga un rato cada uno.
Como se ve, no son demasiadas las habilidades requeridas para empezar a esquiar, poder desenvolverse y pasear por las pistas moderadas y fáciles para alguien que nunca pisó la nieve. En general los cursos duran 3 ó 4 dÃas y tienen 4 ó 5 horas de práctica, en dos turnos: mañana y tarde.
Ahora sÃ, ¡a disfrutar del esquÃ, que este año la nieve está inmejorable!
Mariano Fernández Soler