Una hermosa experiencia de trekking en el monte Fitz Roy contada en primera persona.
Desde hace mucho venÃa planeando este viaje a El Chaltén. Ya para diciembre estaba todo listo y bien organizado. El viaje lo organicé alternando la estadÃa en un hostel y en carpa las salidas a la montaña. Esta vez querÃa conocer la Patagonia austral. Pero sin duda la frutilla del postre era estar lo más cerca posible de esta maravilla que es el Monte Fitz Roy.
El dÃa que debÃamos salir se presentaba algo nublado, pero con buen ánimo la noche anterior preparamos las mochilas y las provisiones para dos noches. Al otro dÃa después de dejar los bártulos que no nos eran útiles en custodia en el hostel, partimos a las 10 am.
La senda que va al Fitz Roy se iniciaba a unas pocas cuadras del hostel, pero un amigo me aconsejó que la retomara al revés, ya que hasta la laguna Capri hay una hora de subida lo que, a mi edad y con una mochila pesada, se me podÃa hacer muy complicado. Asà que partimos los tres: mi esposa, mi hija y yo en un vehÃculo hasta la HosterÃa del Pilar, por el camino a Lago del Desierto. Llevaba un par de bastones, algo sumamente indispensable para un trekking (ya que ayuda muchÃsimo sobre todo cuando se va cargado).
Entre los chismes pueblerinos del simpático conductor, mirábamos el paisaje de ese camino de ripio que es espectacular, bordeando el RÃo de las Vueltas, desde donde hay varios miradores.
Llegamos a la hosterÃa, tÃpica de montaña, después de un viaje de cuarenta minutos aproximadamente. A la derecha sale la senda bien marcada que pasa por el espectacular Glaciar Piedras Blancas, y llega al campamento Poincenot después de tres horas de recorrido, haciéndolo muy despacio y contemplando los paisajes, como a mà particularmente me gusta, dado que yo tomo el trekking como un placer, no como un entrenamiento militar. Por eso aconsejo que a los tiempos que marcan las sendas los multipliquen por dos, ya que no suelen tener en cuenta los descansos, las paradas para sacar fotos, ni la carga que uno lleva.
La senda recorre hermosos bosques de lenga y bordea el espectacular rÃo Piedras Blancas. A la hora y media llegamos al mirador del glaciar Piedras Blancas, donde además de descansar pudimos observar y filmar un desprendimiento. Nos sentÃamos realmente reconfortados por la hermosura y la majestuosidad del lugar. ¡Pero amigos eso no serÃa nada!
La caminata se hacÃa cansadora, pero nos recompensaban a cada rato los paisajes que descubrÃamos. Por fin a la hora y media llegamos al campamento Poincenot. Armamos nuestra carpa rápidamente ya que el dÃa, lamentablemente, no pintaba favorable: el Fitz Roy estaba tapado de nubes. Este campamento se encuentra adecuadamente protegido de los intensos vientos que vienen como ráfagas, en oportunidades a más de 100 km. por hora. Lo rodea un bosque añoso, en el que se ve gran cantidad de troncos caÃdos. Por este motivo aconsejo armar la carpa en sectores protegidos pero bajo árboles jóvenes. En nuestra apenas entraban tres personas muy apretadas, pero era sumamente confiable para los fuertes vientos de la zona. El clima es sumamente cambiante, ya que en el mismo dÃa puede llover y salir un sol abrasador con una hora de diferencia.
El Poincenot es un campamento libre, es decir no hay prácticamente servicios, se puede encontrar con suerte una letrina, la cual no aconsejo visitar. Si bien toda el agua es potable, yo aconsejo llevar un jugo en polvo para proveerla de sales. Recordemos que en la caminata se consumen muchas sales minerales.
Ahora bien lo sospechado pasó al atardecer, empezaron a caer unas gotas y asà todo el resto del dÃa y la noche. Dormimos tranquilos, pero cuando despertamos a la mañana siguiente seguÃa lloviendo. Nos tocó estar todo el dÃa dentro de la carpa, acostados y casi sin movernos.
Nos empezábamos a poner nerviosos. Haber planeado tanto, hacer este largo viaje, y no ver lo principal era terrible. TenÃamos pensado pasar una noche en laguna Capri, a mitad de camino ya regresando al Chaltén, pero desistimos y nos quedamos quietos en ese campamento con la esperanza de una mejora.
Logramos conciliar el sueño hasta que un fuerte viento nos despertó, era una buena señal. Asomé la cabeza y comprobé que ya no llovÃa. Las nubes parecÃan jugar carreras. Hicimos lo que más deseábamos: salir de la carpa y tomar unos mates. Y cuando los primeros rayos del sol asomaron en el campamento sacamos las bolsas y camperas que estaban un poco húmedas.
Cuando el equipo estuvo en condiciones partimos para Laguna de los Tres. Y no sólo nosotros sino un sin número de personas que estaban esperando ese momento. El tráfico de la senda era tan intenso, luego de esa lluvia, que fastidiaba un poco.
Lo primero fue cruzar un puente hecho con dos troncos sobre el RÃo Piedras Blancas. Se sube un pequeño tramo y a los pocos minutos se llega a un paraje realmente hermoso, que es el campamento de los escaladores. Descansamos en un buen y rústico refugio, y emprendimos la subida que se hace muy empinada en los últimos 500 metros.
El esfuerzo se ve ampliamente recompensado. Ya al vislumbrar la cumbre de la morena se veÃa un espectáculo increÃble, aunque todavÃa el Fitz estaba cubierto con una nube que no querÃa despegarse del magnÃfico cerro. Estabamos realmente cansados, nos sentamos a esperar que se mostrara en toda su magnitud. Al poco rato fue esto lo que sucedió, ya mis nervios se habÃan disipado, en todos pesaba una tranquilidad y una alegrÃa tremenda. De todo eso nos queda el recuerdo en la retina de nuestros ojos, alguna fotos magnÃficas, y este relato que trato de escribir para la gente que valora nuestros parques y la hermosura de la Patagonia.
Al rato regresamos al campamento, y, tranquilos comenzamos a bajar, de vuelta a El Chaltén. Fueron 9 km. y medio de unos paisajes increÃbles, ya que el Fitz Roy se dejaba ver en toda su plenitud a nuestras espaldas mientras caÃa el dÃa.
El sendero está bien marcado, por momentos se cruzan bosques de lenga que dan un aspecto encantado al ambiente. Nos dimos el lujo de desviarnos a la laguna Capri que contagia una paz descomunal. Luego la senda baja permanentemente, durante 1 hora y media. Y ya llegando a El Chaltén se tienen unas vistas excelentes del pueblo y el RÃo de las Vueltas.
Por Eduardo O. Roberto  trekkingenpatagonia.blogspot.com.