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El Norte Neuquino: un territorio para explorar

«La magia de sentir que uno es el primero en llegar» dice uno de los folletos que presentan a esta zona, y es realmente así. Si esto es verdadero para muchos lugares de la Patagonia, es particularmente apropiado para el norte neuquino.

En las afueras de Chos Malal - Patagonia Argentina
En las afueras de Chos Malal – Patagonia Argentina

Decir que es una tierra única, irrepetible, distinta, original parece no bastar. Uno tiene la sensación de que debería decir «más único», «más distinto»:
El cielo de Andacollo, los colores de los cerros, la imponencia de la Cordillera del Viento, la emoción de seguir un río hasta sus nacientes… como el Nahueve en las Lagunas de Epulafquen… Y el silencio, el silencio que está siempre presente. Pero un silencio cargado de rumores, porque están los arroyos entre las piedras, el pasar de los pastores trashumantes con sus animales rumbo a la veranada, el viento… Y la gente, la maravillosa gente del norte, amable, servicial, conocedora de los lugares y las leyendas, siempre dispuesta a recibir y tender una mano al visitante.

Vista de Chos Malal y la Cordillera del Viento - Patagonia Argentina
Vista de Chos Malal y la Cordillera del Viento – Patagonia Argentina

Hablando de silencios, rumores y música, uno de los primeros impactos que recibe el viajero que empieza a preparar su recorrido por esta zona es la extraña sonoridad de los nombres de los pueblos, los ríos y los cerros. Y es que la lengua de los mapuches y los pehuenches, primeros pobladores de estos lugares, permanece viva en ellos: Andacollo, «Brillante en las alturas», Huinganco, «Arroyo donde hay huingan (una planta)», Varvarco, «Valle de agua amarga», Nahueve. «Lugar donde hay tigres», Atreuco, «Agua fría», Buraleo, «Río caudaloso», Domuyo, «Que tiembla y rezonga», Moncol «Cerro redondeado», Pichachén, «Pehuén (araucaria) caído», Trocomán, «Nido de cóndores»… Y así podríamos seguir con este primer encantamiento de los nombres del norte neuquino…

El norte del Neuquén es tierra de historia, misterios y leyendas.
La historia nos cuenta que en Chos Malal, ciudad cabecera, estuvo asentada la primera gobernación del territorio. Entre sus cerros se libraron importantes batallas durante la Campaña del Desierto, y por los pasos de la cordillera se ha tejido toda una historia en la relación con el hermano Chile, tan cercano aquí.

El misterio envuelve las huellas de civilizaciones desconocidas en los petroglifos de Colo Michi Có y El Chacay. Y los interrogantes que parecen no tener respuesta: ¿Cómo sobreviven las extrañas algas multicolores en las aguas hirvientes del Domuyo? ¿Por qué surge un humo negro de la profunda cueva donde nace el arroyo Butalón?

Las Olletas, "las aguas hirvientes del Domuyo" - Patagonia Argentina
Las Olletas, «las aguas hirvientes del Domuyo» – Patagonia Argentina

Y como muestra de las leyendas que pueblan los cerros y mallines del norte, le regalamos una de las más bonitas: La puerta de la laguna.
«Cuando el Inca Atahualpa fue tomado preso en la ciudadela del Cuzco, los españoles pusieron como condición para liberarlo que se llenara con oro hasta el techo la habitación en la cual estaba prisionero. Pronto corrió por todo el imperio la orden de traer todo el oro que se pudiera para liberar al Hijo del Sol. Desde la región del Milla Michi Có («Oro bajo el agua») se había preparado una gran caravana de llamas cargadas de oro cuando llegó la noticia de que los españoles habían matado al Inca. La orden entonces fue esconder el oro que llevaban. El jefe de esta expedición sabía que en lo alto de la Cordillera del Viento había una lagunita de la que nacía el arroyo Huingan Có, y en el fondo de los cerros que la enmarcaban, semitapada por la nieve, existía una gran cueva. Hacia ella hizo llevar todo el oro que habían extraído. Cuando todo el oro estuvo depositado dentro hizo tapiar la puerta con grandes piedras perfectamente talladas. Antes de colocar la última, los indios se encerraron en la cueva para convertirse en custodios eternos del tesoro de su Inca sagrado. Sólo quedó fuera uno, encargado de poner la última piedra, sellar la entrada cubriéndola con piedras, barro y nieve, y regresar al Perú a dar la noticia.»

El Anfiteatro, en el centro de Huinganco - Patagonia Argentina
El Anfiteatro, en el centro de Huinganco – Patagonia Argentina

Dicen los que saben que al fondo de la Lagunita de Huingan Có, luego de inviernos muy poco nevadores y veranos calurosos, al retirarse la nieve, se puede observar, al pie de los cerros, la misteriosa imagen de una puerta. Los pocos que la han visto encontraron bloques de piedra tan perfectamente tallados y pulidos que es imposible hacer penetrar entre ellos el filo de un cuchillo.
Allí sigue el tesoro de Atahualpa, custodiado por sus incas servidores.

Hay viajes que nos hacen modificar nuestra percepción de las cosas, que tocan nuestras fibras más profundas. El viaje por el norte neuquino es uno de ellos: le cambiará el alma.