Como sello distintivo de su cultura, Buenos Aires lleva el estigma del tango. Nació prohibido y se animó a desafiar con su provocación sensual y transgresora a la “gente de buenas costumbres”.
Desplegó por el mundo su fama de mujeres bellas y de hombres compadritos, elegantes y bravíos que se relacionaban entre sí a través de “lo prohibido”. Y así fueron alimentándose fantasías al compás de ese modo de expresarse con el cuerpo en un dos por cuatro.
A pesar de aggiornarse a las costumbres de otras clases sociales, siguió manteniendo en su danza ese estallido de sensualidad, acompañando toda una mitología de pasiones ocultas y costumbres non sanctas. A pesar de las parejas formales y constituidas nacidas del desborde de esas noches interminables, toda una apología de “la trampa” fue dificultando el juramento “para toda la vida”. Ganaron fama las morochas argentinas con su perfil osado y atrevido, que se trenzaban con los compadritos, personajes altaneros que defendían su modo de vivir, siempre tras la caza de un amor que cuanto más reacio, se volvía más atractivo.
Entre tanta fama de conquista y conquistado, la apología de la seducción del tango fue extendiendo su transgresión hacia otros mundos y pintó a toda la cultura porteña no formal del sexo con sus códigos, su lenguaje y sus lugares. La trampa en el modo de generar un intercambio sexual tan poco formal, fue adquiriendo características propias Y aunque cambiaron los tiempos, la historia y el modo de vincularse, algo quedó de ese espíritu.
Uno de los símbolos del lugar “siempre a mano” para el encuentro sexual, está dado por la existencia de los llamados “Albergues Transitorios”. Poseen características muy distintivas con respecto a los Moteles en Estados Unidos, o sitios para el mismo destino en otros lugares del mundo.
A pesar de estos antecedentes, Buenos Aires nunca fue una ciudad de “turismo sexual”. Aquí los hombres y mujeres viven su vida en familia o en soledad, según su propia elección, la circunstancia de la vida, o el momento particular. Y han sido tan fuertes en la sociedad porteña tanto la solidez del núcleo tradicional como la cultura de los caminos alternativos.
Los altares a la madre y a la prostituta erigidos por los hombres argentinos han marcado casi la totalidad de sus vínculos amorosos. Y en el medio, quedaban las mujeres para ser amadas, esas que hoy están muy lejos del bajo perfil al que fueron sometidas. En la actualidad, los jóvenes se han amigado con esos dos extremos y se vinculan amorosamente desde otro lugar. Existen aún malevos y compadritos, pero muy distintos a los de otros tiempos, ya que el nuevo perfil del hombre argentino hace gala de otras virtudes como la comprensión, el compromiso y la ternura.
En realidad, la sociedad argentina, a fuerza de muchos años de represión por su larga historia de dictaduras militares, “despertó” en una libertad donde la aceptación de la diferencia fue instalándose naturalmente entre los argentinos.
Hoy ha estallado una liberación sexual en los medios de comunicación masiva tal vez como consecuencia de la adopción de códigos mucho más abiertos y desprejuiciados, especialmente entre los jóvenes.
En la televisión,todos los programas “se destapan” sin respetar las bandas horarias: desnudos a la orden del día, diálogos “zarpados” por cualquier motivo o circunstancia, todos los tipos de vínculos están representados, desde el amor de una pareja gay en una novela de la una del mediodía, un travesti tierno y enamorado de un heterosexual (convertido en ídolo popular), y todo tipo de confesiones de liberación sexual de anónimos y famosos en los típicos programas de “Reality Shows”.
También en cualquier kiosco de la calle se puede encontrar una gran oferta de revistas especializadas en todas las alternativas de unión sexual posible, que completan un panorama abierto y hasta “sobrevaluado” del tema en la Argentina.
Siempre hay a mano un book, páginas webs o revistas que ofrecen todo tipo de servicios y propuestas de todo tipo con fiestas especiales, cualquiera sea la elección, la búsqueda y la fantasía…