En la costa atlántica de la Patagonia, dentro del Golfo San Matías y a 15 kilómetros de San Antonio Oeste, se encuentra Las Grutas, balneario que en pocas décadas se convirtió en uno de los principales destinos turísticos del sur argentino. Su nombre proviene de las cavidades que el mar excavó en los acantilados, algunas de hasta ocho metros de altura, que aún hoy modelan el paisaje.

La historia de la villa es breve. En 1939 se levantó la primera vivienda, construida por pobladores de San Antonio Oeste. Fue recién en 1964, con el loteo de terrenos, cuando comenzó a expandirse. Durante la década de 1980 recibió un fuerte impulso con la llegada de inversiones privadas, seguido del apoyo estatal que incorporó servicios básicos como agua y electricidad. Desde entonces, el crecimiento ha sido constante y su fisonomía adquirió rasgos urbanos.
La playa principal se extiende a lo largo de tres kilómetros y, en bajamar, alcanza hasta un kilómetro de ancho. Su suave declive la hace accesible y segura, mientras que los acantilados medianos que la enmarcan moderan la acción del viento.

El mar, de un azul intenso y notable transparencia, posee además una alta concentración de sales y yodo. La temperatura del agua puede elevarse hasta los 25 °C, fenómeno atribuido popularmente a la llegada de una corriente tropical desde Brasil.
Sin embargo, estudios locales indican que el verdadero origen está en el régimen de mareas: dos veces al día el lecho marino queda expuesto al sol, que calienta la arena y las rocas; al regresar, el agua absorbe ese calor y se entibia, otorgándole su carácter singular.
Las playas de Las Grutas son el atractivo central, pero los alrededores suman paisajes de interés. Al norte, a dos kilómetros, se encuentra La Rinconada, un sector tranquilo recientemente acondicionado con servicios básicos. Al sur, a diez kilómetros, el paraje conocido como El Sótano revela acantilados horadados y restingas que invitan a la interpretación ambiental, aunque se recomienda visitarlo junto a un guía debido al riesgo de derrumbes.
Más allá, a 40 kilómetros, emerge la formación rocosa llamada Fuerte Argentino, envuelta en leyendas templarias y vinculada a las labores de los pulperos que desde antiguo buscan aquí su sustento.
Otra excursión destacada lleva a las Salinas del Gualicho, una depresión de 72 metros bajo el nivel del mar y una superficie de 328 km². De aquí se extrae sal marina destinada a Buenos Aires para su procesamiento. Según la tradición tehuelche, se trata de la “salina del Diablo”, un lugar en el que, bajo la luz de la luna llena, el paisaje blanco se transforma en un escenario cargado de misterio.
Fuera de la temporada estival, entre junio y noviembre, Las Grutas se convierte en un escenario privilegiado para el avistaje de la ballena franca austral. Estos gigantes marinos llegan al Golfo San Matías durante su ciclo de reproducción y crianza, y es posible observarlos de cerca a través de excursiones embarcadas que se contratan en pleno centro de la villa.
Las Grutas también se conecta con otros destinos costeros como Sierra Grande y sus Playas Doradas, el Islote Lobos, el puerto de aguas profundas de San Antonio Este y la ciudad de San Antonio Oeste con su puerto pesquero. La oferta de actividades incluye buceo, cabalgatas por la playa y excursiones de ecoturismo.
Las distancias desde la villa subrayan su ubicación estratégica: 1.130 km hasta Buenos Aires, 455 km hasta Bahía Blanca, 957 km hasta San Carlos de Bariloche y 180 km hasta Viedma.
En materia de servicios, Las Grutas cuenta con una amplia infraestructura turística. Los alojamientos abarcan desde hoteles sencillos hasta el lujo, además de cientos de casas y departamentos en alquiler, además de una red de campings, muchos situados en pleno centro.
La oferta gastronómica se concentra en pocas cuadras, entre la costanera y la calle principal, con especialidades basadas en pescados y mariscos, en particular los pulpitos del golfo.
En este rincón patagónico, la geografía ha moldeado un balneario singular: un mar inusualmente cálido, acantilados que lo protegen y un entorno natural que combina misterio, historia y vitalidad.
(c) Sergio Pappatico