El Pato Vapor es un ave, naturalmente con sus alas y plumas, pero está condenado al suelo
Todos, en algún momento de nuestra infancia, hemos cerrado los ojos con fuerza, hemos agitado los brazos y hemos deseado, con esa fe inquebrantable que solo se tiene a esa edad, despegar del suelo. Volar es el anhelo humano más antiguo, el símbolo definitivo de la libertad.
Por eso, al llegar al fin del mundo, a la belleza cruda de la Patagonia austral y Tierra del Fuego, a uno se le encoge un poquito el corazón al conocer al habitante más curioso de sus costas: el Pato Vapor Fueguino.
A primera vista, el Pato Vapor (Tachyeres leucocephalus) parece un error de la naturaleza, un personaje secundario en una película de Disney que se quedó sin su momento de gloria. Es un pato robusto, grandote, de aspecto casi torpe cuando está en tierra firme. Y convive con una triste verdad: no puede volar. Mira a las gaviotas y a los cormoranes trazar líneas perfectas en el cielo austral mientras se queda en las orillas, demasiado pesado para levantar el vuelo. Camina con dificultad, balanceando su cuerpo pesado entre las piedras de la orilla, vulnerable y aparentemente triste…
Pero la Patagonia no es lugar para la lástima, y la naturaleza siempre guarda un as bajo la manga. Justo cuando estás sintiendo pena por este «pobre patito» que nunca tocará las nubes, el Pato Vapor Fueguino entra al agua. Y entonces, ocurre la magia.
Ese cuerpo pesado, que en tierra parecía una carga, en el agua helada se convierte en un submarino perfecto. Y cuando necesita velocidad, el Pato Vapor no intenta volar hacia arriba, sino hacia adelante.
Empieza a correr sobre la superficie del mar. Sus alas, incapaces de elevarlo por los aires, se transforman en remos poderosos. Las bate con una furia y una velocidad increíbles, golpeando el agua mientras sus patas palmeadas funcionan como el motor de una lancha.
El ruido es característico, una conmoción de espuma y energía. Se desplaza a una velocidad vertiginosa, dejando una estela blanca detrás de él. Es esta forma de moverse, que recuerda a los antiguos barcos de paletas del Mississippi, lo que le valió su nombre náutico: Pato Vapor.
Es un nadador y buceador excepcional, capaz de sumergirse a grandes profundidades para encontrar su comida donde otros no llegan.
Visitar la Patagonia y observar al Pato Vapor es una lección de vida disfrazada de avistaje de aves: si la vida no te da la capacidad de volar alto, quizás es porque estés diseñado para dominar las profundidades.