Descripción
Hay experiencias que marcan un hito en la vida, y ver el Glaciar Perito Moreno es una de ellas. Impacta por su escala, conmueve por su vitalidad. Un gigante de hielo que respira, se quiebra, cae y se reconstruye.
La excursión comienza saliendo desde El Calafate. El camino bordea la Bahía Redonda del Lago Argentino, donde se distingue la Isla Solitaria flotando entre reflejos grises y turquesas. Luego, la ruta se interna en la estepa: un paisaje ralo, de matices ocres y horizontes amplios. A lo largo del trayecto aparecen puntos de referencia —el Cerro Comisión o De los Elefantes, el río Centinela, el Cerro Frías— y estancias patagónicas como la reconocida Alice. Tras cruzar el río Mitre, se accede al Parque Nacional Los Glaciares.
El contraste es inmediato. La vegetación se vuelve densa y húmeda. En apenas unos kilómetros, la aridez da paso al verde profundo del bosque andino patagónico. Aparecen lengas, ñires, notros encendidos de rojo, guindos que bordean la ruta.
Uno de los momentos más memorables del recorrido ocurre en la Curva de los Suspiros, llamada así por el suspiro involuntario que escapa al ver por primera vez el glaciar: una aparición blanca y silenciosa al fondo del paisaje.
Más adelante se llega al mirador principal, desde donde se obtienen vistas amplias de su frente de casi 5 km. Pero el momento más íntimo ocurre en las pasarelas. Desde allí, el glaciar se impone: una muralla de hielo de más de 60 metros de altura, surcada por grietas, vetas azules y sombras translúcidas. El sonido es parte de la escena. El crujido del hielo, los ecos lejanos, el estallido repentino de un bloque que se desprende y cae con estruendo. Y luego, el silencio total.
La estadía promedio en las pasarelas es de dos horas, durante las cuales se las recorre libremente. Dentro del parque hay un área de servicios donde es posible almorzar o tomar algo, con opciones de comida sencilla y vistas privilegiadas del glaciar.