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Nuestro viaje familiar a Patagonia

Somos de España y queríamos armar un itinerario de viaje en familia junto a un grupo de amigos argentinos, a la más profunda Patagonia Argentina.

Parte de nuestro grupo, extasiado frente al lago Argentino.
Parte de nuestro grupo, extasiado frente al lago Argentino.

Viajar con amigos o en familia requiere mucha más planificación que hacerlo solo o en pareja. Pero la idea de ir en grupo es fundamental en nuestra forma de viajar y nos divierte, estamos más contenidos. Naturalmente, para la preparación de un viaje grupal se requiere compromiso por parte de todos y cada uno de los participantes durante el “mientras tanto”.

Después de bastante pesquisa en línea y con la recomendación de nuestros amigos “in situ” nos pusimos por fin de acuerdo todos… o sea ¡12 personas entre nuestra familia aquí y los amigos de Argentina!), y nos decantamos por conocer la Tierra del Fuego y el famosísimo Glaciar Perito Moreno en un viaje de unos seis días, además de algún tiempo extra en Buenos Aires por supuesto.

A pesar de que el plan inicial en nuestro grupo era autogestionar todo lo referente a las reservaciones, terminamos contratando todo una través de una agencia de viajes de Argentina. Decisión acertada, a juzgar por los buenos resultados y coste final.

Lo primero que habíamos acordado en el grupo era la época: octubre, ya que aún no es temporada pico (precios mejores) y de todos modos la primavera se nota, se siente en el suave calor solar y en la abundante vegetación.

Todo lo recorrimos en avión, comenzando en Buenos Aires adonde habíamos llegado unos días antes, lugar de residencia de nuestros amigos. Volamos hasta Ushuaia, Tierra del Fuego. Es un vuelo directo de 3 horas y así se llega hasta el extremo continental, “al Sur del Sur” y se aterriza frente al Canal Beagle. Esta postal fantástica nos brindó al grupo la bienvenida oficial a la Patagonia Argentina. ¡Ya estábamos en el Fin del Mundo!

Llegamos al atardecer y luego de dejar el equipaje en el hotel salimos a caminar por el puerto y el centro de la ciudad, muy cercanos entre sí, para luego celebrar la “bienvenida gastronómica” con una cena a base de la comida estrella de esta isla: la centolla, una especie de cangrejo gigante de aguas frías. Su carne es rosada y nos la sirvieron con pastas: era un manjar.

Al día siguiente, el primero con paseos organizados, pasaron a buscar a nuestro grupo para ir al Parque Nacional Tierra del Fuego, que queda cerca de la ciudad. Un paisaje bellísimo con mucha vegetación donde se funden los Andes con el Océano Atlántico. Los más chicos de la familia quedaron encantados con el paseo en el Tren del Fin del Mundo, que ofrece un recorrido no muy extenso, en un tren que parece de juguete por lo pequeño y pintoresco.  Es una excursión ideal para familias con pequeños, bien tranquila y para ir poniéndonos a tono con la fantástica Patagonia.

El tercer día fuimos al puerto por la mañana para realizar la hermosa navegación por el Canal Beagle. Nuestra agencia sabiamente nos recomendó no tomar los catamaranes comunes sino ir en una embarcación más pequeña, con capacidad máxima para 26 pasajeros que permite acercarse mucho más a islotes con lobos marinos, pingüinos y una variedad de fauna marina que nos dejó boquiabiertos. Llegamos hasta el faro Les Éclaireurs, mal llamado Faro del Fin del Mundo. Es que el verdadero se llama San Juan de Salvamento y se encuentra en la Isla de los Estados, lejos de Ushuaia y no existieron jamás excursiones hacia allí…

Esa misma tarde luego de navegar fuimos al Museo del Presidio del Fin del Mundo, donde funcionó la cárcel más remota del planeta. A no perderse esta visita.

Cuarto día de nuestra aventura grupal en la Patagonia: cruzamos los Andes y visitamos los Lagos Fagnano y Escondido, pero el recorrido que nos organizaron fue en vehículos todoterreno bordeando los lagos, fuera de ruta. Incluso nos ofrecieron un almuerzo campestre que mucho disfrutamos y durante el cual se produjo un momento muy especial: nos emocionamos al vernos todos, amigos y familia juntos en el medio de tanta belleza abrumadora y pura naturaleza compartiendo una mesa. Fue conmovedor.

Al día siguiente continuamos hacia El Calafate. El vuelo desde Ushuaia es muy corto (menos de una hora) y al llegar pareciera que hay más hoteles que viviendas, lo cual es notable. Luego nos dijo nuestro guía grupal que efectivamente este pueblo creció exponencialmente desde la creación del aeropuerto, hace ya más de 15 años. Y desde entonces han proliferado los establecimientos hoteleros.

Sin duda la visita obligada es ir a ver el Glaciar Perito Moreno, dentro del Parque Nacional Los Glaciares. Nuestra familia anhelaba esto desde hace años, veíamos documentales en la tele y soñábamos con poder llegar hasta aquí algún día…

Vista del Glaciar desde una de las pasarelas
Vista panorámica del Glaciar Perito Moreno desde las pasarelas

Son unos 70 kms por ruta asfaltada desde el pueblo hasta que llegamos a las famosas pasarelas del Parque Nacional que con sus distintos niveles permiten observar el majestuoso Glaciar Perito Moreno en todo su esplendor y espectacularidad.  No hay palabras para describir este Monumento Natural único e irrepetible en el mundo. El glaciar es inmenso, blanco, azul, atrapante. En el medio del silencio del bosque (y del grupo entero, nadie hablaba) sonaban estruendosas las caídas de enormes bloques de hielo constantemente sobre el agua.

Al  día siguiente hicimos una navegación por el Lago Argentino, visitando otros glaciares y llegando hasta una Estancia. Aquí otra vez la gastronomía tuvo su segundo momento estelar en el viaje, y el típico cordero patagónico a las brasas que disfrutamos fue pura delicia.

Un día más había transcurrido y otra vez a organizarnos para el traslado al aeropuerto y tomar el vuelo al último destino de esta aventura familiar en Argentina, nuevamente la ciudad de Buenos Aires.

Todo, todo lo que hemos visto durante este viaje es tan hermoso, tan único. Viajar a Patagonia en familia y con nuestro querido grupo de amigos fue un sueño hecho realidad.

Relato de viaje: Martin Pakmovast

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