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Kshamenk, la última orca en cautiverio

En el Parque Temático Mundo Marino (San Clemente del Tuyú, Argentina) sobrevive un joven ejemplar de orca, único en cautiverio en toda Sudamérica. Su historia varía mucho según quien la cuente. Saque Ud. sus propias conclusiones.

Kshamenk

Kshamenk es un macho joven y fuerte de una especie de ballenas llamada “asesina” por su modo de cazar lobos marinos, su alimento natural. Aunque este nombre no hace para nada justicia a sus hábitos y habilidades.

La historia que vamos a contar comenzó cuando Kshamenk tenía 5 años, en el año 1992, y se encontraba cazando en las costas de la Provincia de Buenos Aires, un poco lejos de su área natural, que es el norte de la Patagonia, probablemente entre la Península de Valdés y las costas de la Provincia de Río Negro. Esta situación no es para nada anormal, ya que las orcas recorren grandes distancias para procurarse su alimento.

Y aquí empiezan las diferencias entre las historias, de acuerdo con el narrador.

La versión de Mundo Marino

Según sus captores, Kshamenk, junto con otras orcas, quedó varada en la costa barrosa de la Bahía de Samborombón. Al bajar la marea el grupo no pudo regresar a las aguas profundas. Se organizó un operativo para rescatar al grupo pero algunos no pudieron ser salvados. De todo el grupo sólo sobrevivió Kshamenk, que a partir de ese momento quedó en cautiverio. Durante los primeros años vivió con Belén, una orca hembra que también había sido rescatada de un varamiento unos años antes, en 1988. Ambos llegaron a la edad madura, en que podían reproducirse, y Belén quedó embarazada pero abortó en el año 1998. Finalmente víctima de una enfermedad renal murió en el año 2000.

Desde ese momento Kshamenk está solo. Es un macho joven y la falta de compañera sexual ha hecho que su temperamento se vuelva más agresivo.

Frente a esta situación, el oceanario decidió integrarlo en un programa de reproducción asistida, en colaboración con una entidad similar de los Estados Unidos. Kshamenk debería ser trasladado hasta allí donde permanecería varios años en compañía de una orca hembra, que  llegaría de Francia.

Este último proyecto se encuentra frenado por una medida judicial de no innovar, promovida por entidades de defensa de la fauna silvestre.

Una historia diferente

Para las entidades de defensa de la fauna, como Fundación Tierra Salvaje (WEF) y la Fundación Free Willy-Keiko (FWKF) las cosas fueron totalmente distintas.

En el momento de su captura, las orcas se hallaban cazando en las costas de la Provincia de Buenos Aires, mediante una práctica habitual, que consiste en el varamiento intencional. Es posible que en esta actividad las haya sorprendido la bajamar y hayan quedado por unas horas en una situación de riesgo, de la que podrían haber sido rescatadas con sólo ser llevadas a aguas más profundas. Sin embargo, estas organizaciones piensan que personas del parque temático provocaron con grandes redes que las orcas no pudieran volver mar adentro y quedaran atrapadas por la marea. Ellos también argumentan que esta práctica no es algo novedoso, sino que fue utilizada anteriormente para capturar a otros ejemplares: la misma Belén y una orca más grande, Milagro, la primera que tuvo el parque marino.

Cuando Belén murió, aparentemente embarazada de 4 meses, Kshamenk comenzó a volverse cada vez más agresivo y está sufriendo un alto nivel de estrés. Estas mismas organizaciones sospechan, además, que su salud se está deteriorando.

El futuro de Kshamenk

Así como la historia de nuestra orca tiene diferentes versiones, su futuro también enfrenta una disyuntiva. Mientras sus actuales propietarios insisten en que todos los argumentos científicos les dan la razón y que las liberaciones de los animales que han estado en cautiverio terminan con la muerte, las organizaciones de defensa de la fauna silvestre opinan todo lo contrario y luchan por su reintegro a las aguas del mar patagónico, de donde salió.

Varios son los argumentos que apoyan esta iniciativa:

– Por un lado, afirman que un animal nacido libremente en el medio natural es un bien público y le pertenece a todos los hombres, con lo que niegan cualquier derecho a la propiedad del mismo.

– Además, señalan que la liberación del cetáceo no sería tan complicada como la experiencia anterior, la liberación de Keiko, ya que en este caso se trata de un animal que fue capturado cuando ya había aprendido a cazar y otras habilidades relacionadas con su vida en libertad.

– Insisten, por otra parte, en que, bajo un supuesto programa de colaboración mutua, hay en realidad un acuerdo comercial entre los dos acuarios, y que Kshamenk habría sido alquilado (¿o vendido?) por una importante suma de dinero.

Apoyados en estos fundamentos, han iniciado una campaña, cuyo primer logro es el impedimento judicial de que la orca abandone el país. Ya se ha estudiado también el lugar donde podría transcurrir la etapa intermedia entre el cautiverio y la liberación plena: Caleta de los Loros, en la Provincia de Río Negro. También se ha calculado el costo del proyecto, y el gobierno de la provincia citada junto con la Fundación Vida Silvestre están dispuestos a invertir ese dinero.

Según O’Barry, el entrenador que colaboró en la liberación de Keiko y que ya ha realizado varios viajes a la Argentina para asesorar en el caso de Kshamenk, la Argentina tiene la oportunidad de dar al mundo un mensaje de respeto por los derechos de la naturaleza, “mensaje que no se puede dar desde Estados Unidos, donde se ampara la millonaria industria del cautiverio”.

Sin embargo, el tiempo pasa y Kshamenk, “orca” en la lengua de los onas, sigue mostrando su aleta caída, símbolo de su tristeza, en la mínima pileta que pretende ser mar, en San Clemente del Tuyú, muy lejos de su hogar patagónico. ¿Podrá algún día volver allí?

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