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Relatos de viaje

Anécdotas de Villa La Angostura

Los relatos de viaje nos incentivan y sirven en caso de encontrarnos en situaciones semejantes. ¿Qué hacer cuando llegamos a un nuevo lugar y tenemos tantas ansias por conocer que no sabemos por dónde empezar? Marina Ollari describe su viaje y nos llama a recorrer y disfrutar a la vez.

Centro de Villa La Angostura

Habíamos llegado a Villa La Angostura una hermosa tarde de verano que no teníamos intenciones de dejar pasar sin conocer los alrededores. Con su aire pueblerino, este fantástico y acogedor lugar de montañas, ríos y bosques nos recibió con una infinidad de propuestas ¿Por cuál optar?

La caminata de 12 Km. por el Bosque de Arrayanes y el viaje en catamarán que parte del muelle aledaño nos parecieron opciones inmejorables, pero necesitábamos un día completo y sólo disponíamos de medio día hasta que cayera el sol. Lo mismo ocurría con la excursión a uno de los centros de esquí más atractivos, el Cerro Bayo.

Cascada InacayalSedientos de aventura, nos decidimos entonces por una visita autoguiada hasta el Mirador Belvedere y la Cascada Inacayal. Pedimos algunas indicaciones en la oficina de turismo, llenamos una pequeña mochila con comida y bebida para pasar el día en el cerro, y partimos.

El trayecto, nos habían dicho, no era complejo: debíamos avanzar por la ruta de los Siete Lagos (R.231), a 800 metros de la oficina de informes virar a la derecha hacia la Plaza de las Colectividades y luego nuevamente a la derecha por Cacique Antriao, donde a 1 Km. de distancia se inicia el sendero empinado a los dos atractivos. Posteriormente, era cuestión de seguir las señalizaciones. Así lo hicimos.

Nos percatamos, por medio de un cartel rústico, de que estábamos atraveTerritorio mapuchesando territorio mapuche. Así, la comunidad Paichil Antriau dejaba saber que el horario de ingreso era de 7:30 a 23, y allí uno podría conversar con los habitantes y enterarse acerca de las luchas llevadas a cabo por la propiedad de su territorio. Más adelante, el camino ascendente se bifurcaba: hacia la derecha, la Cascada Inacayal y hacia la izquierda el Mirador Belvedere. Decidimos hacer primero el sendero que nos habían descripto como más cansador y dejar la vista del mirador como bien merecido premio por el agotamiento que nos representaría.

A mil metros sobre el nivel del mar, el camino hacia la cascada requiere de buen estado físico no sólo por las subidas y bajadas entre rocas y raíces, sino también por su estrechez y por el hecho de que Sendero a la cascada Inacayalpuede estar un tanto embarrado en verano o nevado en invierno. A medida que nos adentramos en el bosque, la vegetación se hacía más intensa y era posible comenzar a ver la caída de agua desde algunos puntos distantes. Nos cruzamos con algunos turistas que nos dedicaron palabras de aliento, pero son pocos los que finalizan el recorrido hasta el punto más alto donde se origina la cascada, que es un hermoso y fresco paraje desde donde se puede admirar el salto en todo su esplendor.

Ahora era el turno del Mirador Belvedere. Con las fuerzas Vista del Mirador Belvedererestantes subimos esa cuesta hasta el tope.¡El esfuerzo valió la pena! Llegados al mirador se abrió nuestro campo visual y el sol se reflejó con fuerza en el Lago Correntoso, el Río Correntoso, y el Lago Nahuel Huapi. El paisaje, enmarcado por un colorido cordón montañoso, era un perfecto cuadro para mirar durante nuestro descanso, que desdichadamente no se pudo prolongar porque faltaba poco para el ocaso.

Allí nos dimos cuenta de todo lo que Villa La Angostura tenía todavía para ofrecernos. Mañana sería otro día.

Por Marina Ollari